lunes, 19 de mayo de 2014

Al-Andalus marino

Perfil de la ecosonda
Me he despertado escuchando a Montserrat Caballé cantando a Puccini y me parece que ha pasado casi un siglo desde que abandonamos las costas de Italia, siguiendo la senda del Agua Levantina. Hoy nos hallamos a las puertas del Mar de Alborán, una región de encuentro entre el agua Atlántica -que penetra en el Mar Mediterráneo por la superficie, a través del Estrecho de Gibraltar- y el agua Levantina -que sale hacia el Océano Atlántico bajo la sombra de la anterior. Nuestro “al-Andalus marino”, cruce de caminos de dos mares, irradia esplendor y riqueza, como ocurrió con la cultura andalusí en el pasado. Navegamos en medio  de remolinos y meandros, que generan frentes que aumentan la productividad marina y la acumulación de plancton. También la de sus predadores: delfines, atunes y  ballenas nos han acompañado durante estos días.

A diferencia de la cuenca oriental del Mediterráneo, casi un desierto de vida, la cuenca occidental nos regala todo su esplendor de riqueza. Los registros de los ecosondas del barco, casi en blanco durante la travesía por el Mediterráneo Oriental, nos muestran ahora la presencia de distintas capas de organismos. Entre 400 y 600 m de profundidad encontramos una acumulación de pequeños peces y zooplancton de gran tamaño, que los científicos denominan “Deep Scattering Layer” (DSL). Parte de esta DSL migra todas las noches a superficie para alimentarse de plancton de menor tamaño, regresando a profundidad al amanecer. Más arriba, cerca de la superficie, encontramos acumulaciones  de zooplancton, de tamaño más pequeño, que no migra.

Imágen de clorofila superficial. Gentileza de A. J, González
Hoy hemos encontrado una tercera capa que no habíamos visto antes. Estaba situada cerca de los 200 m de profundidad y se disipaba cada vez que la atravesábamos con la roseta. Incluso se adelgazaba con la presencia de lo que  parecía en el registro del ecosonda un banco de peces. Al final, lanzamos una red al agua y capturamos a los inquilinos de esta estrecha planta del rascacielos marino: eran medusas! Pequeñas Pelagia noctiluca, como las que invaden las playas del Mediterráneo y Atlántico oriental. Viven en aguas abiertas y realizan migraciones verticales (como los animales del DSL), para alimentarse de plancton y huevos de peces durante la noche; pero hay muchos aspectos de su biología que se desconocen aún.  También producen bioluminiscencia cuando se les perturba, y la estela del barco se llena veces de luces iridiscentes, dando la sensación que el cielo se ha desplomado sobre el mar. 
Pelagia noctiluca- Foto de Erik Schlogl


En dos días cruzaremos el Estrecho y con nosotros el Agua Levantina, que buscará nuevos horizontes donde extenderse y “contaminar” (como diría la canción de Pedro Guerra) con sus secretos al Océano Atlántico.

Javier Arístegui

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