sábado, 3 de mayo de 2014

Autopistas en el océano


Andrea, Juan Carlos, Jorge y Javier con el bonito capturado

Perfil de CD mostrando un máximo de clorofila a 300 m,
por acumulación de cianobacterias.
Al igual que la cultura grecolatina se expandió y mezcló en el pasado con otras culturas hacia el oeste de Europa, el agua Levantina, que se forma en la cuenca oriental del Mar Mediterráneo, se mezcla y modifica en su viaje hacia el oeste, atravesando Gibraltar y bañando las costas atlánticas de la Península Ibérica. Nuestro viaje oceanográfico ha comenzado en el origen del agua Levantina, al sur de Chipre. Queremos estudiar la historia y evolución de esta masa de agua. Aquí el mar es de un color azul intenso, reflejo de la baja productividad marina. Los vegetales que dominan son cianobacterias unicelulares de cerca de 1 micra de tamaño. Las encontramos hasta 300 m de profundidad, donde es difícil imaginar que les pueda llegar algo de luz para sobrevivir. Cerca de este “desierto de vida” cruzan los atunes en sus rutas migratorias por el Mediterráneo siguiendo frentes oceánicos de mayor alimento. Ayer uno de estos atunes (un bonito del norte o atún blanco) mordió el curricán que Juan Carlos y Jorge montan por la popa del barco en navegación. En la estación de hoy paramos junto a un palangre con otro bonito enganchado. Debemos haber entrado en la “autopista” de los atunes.

Javier


Mapa de clorofila superficial. El borde entra las aguas ricas (verdes) y pobres (azul) en clorofila son las autopistas que usan los atunes en sus migraciones. Hoy nos encontramos justo en este frente, al sur de Creta

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