domingo, 25 de mayo de 2014

Filtrando en sueños…

Filtrando y limpiando...
Y es que por si no bastaba pasar mi aniversario hasta las dos de la madrugada filtrando agua de mar (eso sí, con ayuda de mis adorables compañeros, con fiesta incluida y el privilegio de tener una roseta para mí sola como buen regalo de cumpleaños), a la hora de la fase REM, también me dedico a filtrar agua (aunque en este caso desgraciadamente el esfuerzo no se ve recompensado). Pero empecemos por el principio. Mi nombre es Marina Zamanillo, soy doctoranda en el  Instituto Ciencias del Mar de Barcelona y para mí también es la primera campaña oceanográfica en la que me veo inmersa.  Mi papel en esta campaña es filtrar agua de mar. Sí, sí, eso es. Dicho así queda poco glamuroso, pero todo cambia al conocer los objetivos de dicha filtración. 

Pinxo en cubierta. Con Herman y Chie. Pep es el que pone caras raras...
Por un lado se filtra diariamente el agua de mar a distintas profundidades para el análisis del ADN de los microorganismos y poder estudiar así la diversidad microbiana después de seleccionar y amplificar un gen, el del 16SrRNA que es universal en todos los organismos y es usado como un reloj biológico de la evolución: organismos más próximos evolutivamente lo tienen más parecido que los organismos más separados., Por otro lado, en 5 días puntuales llamados aquí  “super mega ultra días “ por la elevada carga de trabajo, se filtran, además, grandes volúmenes de agua para un posterior análisis metagenómico. En estas muestras vamos a extraer y secuenciar todo el ADN. Todas las moléculas de todos los microorganismos que nos van a dar información sobre qué funciones pueden hacer cada uno de los organismos del agua de mar. Y de paso servirá para acabar la campaña con los músculos bien tonificados, ya que tengo que arrastrar por el barco, arriba y abajo, bidones de 35 litros…

Tomando el aire en proa.
Y para qué serviran estas secuencias, le pregunto a mi jefe a bordo, Pep Gasol. Y él me cuenta la historia de Brock y Mullis. “Thomas Brock era un investigador como nosotros. Hacía ciencia básica, fundamental. Su objetivo era incrementar nuestro conocimiento. En particular, él trabajaba en conocer los límites de la vida. Había estado en Yellowstone, donde sale agua hirviendo de las fuentes hidrotermales y los geisers. Con esfuerzo y cuidado ponía portaobjetos en el agua a distintas temperaturas hasta que encontró un organismo (al que le llamó Thermus aquaticus) que crecía a 70° C. Un auténtico récord. Brock estudió las condiciones que permitían la vida a esas temperaturas, aisló el organismo, lo cultivó y publicó artículos científicos. Lo que hacemos nosotros, vaya (aunque lo suyo tenía muchísimo mérito). Y aquí se terminó su parte, aquí se termina la parte del científico que hace investigación básica (“saber por saber”). Años más tarde un investigador de una empresa, Kary Mullis, buscaba una forma de separar las hebras del ADN y conseguir que un enzima (Taq polimerasa) pudiera replicar las hebras. De conseguirlo, se abriría la puerta a la biología molecular. Pensando en el hecho de que a altas temperaturas el ADN separa sus dos hebras, de repente se acordó del trabajo de Brock y provó a aislar la Taq polimerasa de Thermus aquaticus. Lo hizo y patentó un método (la PCR o reacción en cadena de la polimerasa) que se usa millones de veces cada día en prácticamente todos los laboratorios biológicos del mundo. Ganó el premio Nobel, y su empresa (y él) se hicieron ricos. Pero sin el investigador básico que casi se quema en las fuentes hidrotermales de Yellowstone, el invento no hubiera existido. Los investigadores básicos y la investigación de saber por saber son necesarios para que más adelante existan investigadores que le busquen aplicación y réditos económicos a la ciencia. Lamentablemente, nuestros políticos no leyeron nunca la historia de Brock y Mullis, y a veces quieren que uno salga al mar y vuelva con algo que da dinero”. Vamos a describir los genes en estas aguas. Si alguno de los genes, o de las funciones de los microorganismos tiene aplicabilidad, mucho mejor. Pero nuestra pregunta es: “¿Quién vive ahí? ¿qué capacidades metabólicas tiene? ¿y qué función ecológica tiene?”

Aunque el trabajo a bordo es duro, todo esfuerzo se ve recompensado cuando al alzar la vista ves un inmenso mar bajo un cielo estrellado donde poder compartir confidencias con aquellos que lo disfrutan igual que tú. Y es que sin duda aquí, la vida es sueño.

Y por supuesto: Alá Madriiid


Marina

1 comentario:

  1. Tomy (madre de Marina): Enhorabuena a todos por el blog. LO HE SEGUIDO CON MUCHO INTERÉS. LA IRONÍA Y EL SENTIDO DEL HUMOR se palpa eN EL AMBIENTE, AL MARGEN DEL TRABAJO. Marina por fin te veo agarrada al Sarmiento en altamar. A esperar los dulces frutos del saber.

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